
Hoy está de cumpleaños mi padre, cumple 51 años.
En esta foto, debe haber tenido con suerte 30, y fue tomada en la Quinta Normal, en la maravillosa época donde se podía pasear por sus prados, y andar en bici, y hacer todo tipo de actividades normales de familia civilizada pre-era pasta base e histeria.
Como ya dije antes, he vuelto a la casa con mi papá, sin intenciones de hacerlo permanente, pero sí aprovechando de bajar las revoluciones, al menos un tiempo.
Siempre los cumpleaños de mi papá han tenido un gusto cálido, no sé por qué será, tal vez es por lo agradecido que se siente de que lo pesquen tanto y que uno se siente en la mesa sólo porque él está ahí... es raro.
Cuando mi madre estaba viva, hacíamos las tortas de los cumpleaños de mi papá.
Todavía me acuerdo de estar en el supermercado comprando hojarasca y manjar, y estar en la casa dorando el merengue de la torta en el horno... todo para que mi papá estuviese contento en su cumpleaños.
En mi casa en general, nunca hemos celebrado mucha cosa anexa a los básicos, y tal vez a causa de esa lucha encarnizada de mis padres contra los feriados comerciales, los cumpleaños son instancias de comida y felicidad, más que de regalos inmensos, grandes despliegues de COTILLON (amo esa palabra) o desarrollos temáticos de la fiesta (a lo gringo).
Por ser hoy el cumpleaños de mi padre, dedico este posteo a su persona, y porque probablemente, si no fuera por él, no sé dónde hubiera terminado en los últimos 6 meses.
gracias por los consejos y la herejía.
feliz cumpleaños.